
Entonces sentí un retortijón en el estómago, del otro lado de una web virtual había otro muchacho sentado frente a su ordenador, o conectado en el ipod de su hermana, quiza en su cuarto o en el edificio de sus padres; eso no importaba. El estaba allí sentado probablemente de brazos cruzados o con la palma derecha de la mano apoyada sobre su barbilla con camiseta de mangas cortas, con frío en sus pálidos brazos; quiza con los labios fruncidos en una línea recta, sumido pensando en una manera de hacerme reír, llorar o enojar tendía a lastimarme despues de enamorarme un poco más, pero ese era el problema yo lo amaba y no podía evitarlo, una lágrima cayo por mi mejilla y me obligué a seguir asintiendo con la voz a la persona del teléfono.
Pero volví a perderme en mis pensamientos, si, yo lo amaba, pero despues de que algo muy bueno pasara entre nosotros yo dejaba de hablarle o el se resisitía a contestar mis mensajes; apenas el día anterior me había besado tan tiernamente, que casi rompí a llorar cuando con dulzura despegó sus labios de los míos- ya almoldeados a los suyos- más de una vez y se había enojado de la nada. Empezaba a pensar que quizá tendrían razón necesitaba a otro, como decía Mr Victor, pero yo no quería a otro, lo quería a el , pero siempre me hacía terminar debajo de mi escritorio con Ephraim consolandome por lo bajo pero sin tocarme, pero ahora tenía a mi medicina; no es que Ephraim no me ayudara, solo que el era mas real, estaba mas presente.
Sentí como si acabara de tragar un esfera de plomo, por primera vez entendía por que tantas novelas para jovenes y adultos eran inspiradas en amores imposibles y en elecciones aun peores, era verdad, por primera vez entendí por que las novelas estilo Stephenie Meyer se vendían, entendí lo difícil que era decidir entre a quien era inevitable querer (y quieres querer) y a esa persona que te es inevitable lastimar y que quisieras necesitar.
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